#Jujutsu Kaisen español
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suqueenaryomen · 11 months ago
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Sukuna estaba hambriento/tenía que comer o quierlo así, para escapar de su destino?
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También son interesantes los padres de Sukuna. Algunas especulaciones sobre la madre:
1. Ella era pobre y no tenía dinero en la familia para la comida, y por eso no pudo alimentar a sus hijos durante el embarazo. (En esas circunstancias, uno podría empezar a comer cualquier cosa, como hizo Sukuna). O Sukuna quería que así fuera de todos modos, porque no quería nacer como gemelo. (Bebé inteligente😅)
2. O la madre tenía una enfermedad grave en la que no podía comer o solo comía muy poco, y como resultado, sus hijos también sufrían en su vientre🤰.
3. O sus hijos gemelos no son niños normales y fueron nacieron malditos, por lo que estos niños necesitaban más comida que otros niños humanos. (Y Sukuna es el más hambriento y le gusta comer, ya que nació así/está hecho para eso). Tal vez incluso no sean niños humanos reales y sean mitad seres malditos. Sukuna no era un bebé normal, es un tiburón🦈 xD jajaa. Por eso me recuerda a él. Porque algunos tiburones bebés también se comen a otros tiburones bebés en el vientre de la madre. Canibalismo en el reino animal!
4. O otra cosas, algo está mal/sucede con los padres? 🤷‍♀️
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dororiito · 1 month ago
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ꕀ ㅤfondos de pantalla anime: ONE PIECE & JUJUTSU KAISENㅤ᠀
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pheleszev · 1 year ago
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mrs-geto · 4 months ago
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Una Bala |S.G
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|Sinopsis: Satoru se queja de lo duro que esta siendo el destino con el, sin ti. |TW: Relacion toxica, angst, MUCHO ANGST. Basado en esta cancion de Milo J y Peso Pluma.
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La forma en que imágenes tuyas pasaban alrededor de la mente de Satoru como si fueran pequeñas burbujas en un parque, lo hacían sentirse enfermo.
No podía creer que apenas habían pasado algunos meses desde que ambos terminaron y ya estabas saliendo con alguien más. Hasta cierto punto el era culpable de todo lo que estaba pasando, de todo lo que sentía.
La manera tan patética en la que te amaba, parecía mentira, una bastante mala. Nunca se había enamorado así de alguien, y lo supo hasta que comenzaste a empacar tus cosas el día que te fuiste.
Antes de que todo se fuera abajo, Llevaban casi 2 años de relación, al principio era bastante natural la forma en la que el expresaba su cariño, era atento y bastante cariñoso. Pero el mundo parecía cada vez mas cargarle los hombros con peso que no le correspondía. Así que poco a poco se fue desgastando todo hasta el punto de no retorno.
El comenzó a sollozar suavemente, mientras que el sol de la tarde se desvanecía entre su ventana, aun podía visualizar tu cara y la forma en la que tus ojos se hacían pequeñitos cuando sonreías.
Te quería de vuelta, y estaba decidido a regresar por ti, no como el asqueroso novio que había sido, si no el hombre que realmente te amaba, pero su pecho se estrujo al ver una publicación tuya en su feed donde te veías mas feliz sin el a tu lado.
Se sentía devastado, no por verte feliz, si no porque el parecía no poder vivir sin ti a su lado.
“Me aburrí de todo esto, no es mas lo que era, ¿no o notas?” Las palabras que te dijo ese día aun sonaban como alarma en su cabeza. Realmente el había dicho todo eso, pero solo para hacerse el difícil, porque sabia que siempre lo terminabas perdonando, pero esa vez fue la primera vez que ya no insististe.
Aveces, luego de que habían pasado unos cuantos días luego de haber terminado, Satoru sentía la necesidad de preguntarte si era realmente un adiós, o si regresarías en algún momento. Pero tu te habías ido odiándolo. “Aun no entiendo porque sigo aquí si me tratas horrible, siempre tratas de que todo el mundo se entere de que yo soy menos que tu, y talvez si, pero ¿no eres mi novio? ¿No puedes tratarme bien por una vez y decirme que es lo que realmente sucede contigo?.
Satoru nunca abrió su corazón completamente hacia ti, no quería abrumarte con problemas, esa era su forma de sacarte de su mundo, pero parecía que tu querías todo lo contrario. No fue buen novio, pero ahora no podía decírtelo, ya que tu ni siquiera querías que el respirara el mismo aire que tu. Ni siquiera podía darse el lujo de verte, solo le tocaba soñarte.
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yzzikatte · 11 months ago
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Big boy ⊹
Advertencia: sub ! Choso, dom ! Lectora, oral, creampie, negar orgasmo, sobreestimulacion.
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- Choso se estremecía bajo tu suave toque, recostado sobre su cama en su cómoda habitación, mientras tanto tú sobre su cuerpo tocando cada punto sensible de el mientras te restregabas contra su intimidad.
Se podían escuchar los jadeos desesperados de el gran muchacho que te volvía loca, con pequeños gemidos por aquí y por allá cuándo sus intimidades se rozaban de manera más inquieta y precisa.
Tu lindo novio portaba un gran y trabajado fisico, con una gran espalda y unos brazos considerablemente más grandes que tus muslos y sin hacerlo de menos unas manos que podían agarrar sin problema tus dos muñecas, con grandes venas saliendo a relucir que lo decoraban con gran sensualidad.
Seguías sobre el frotando su centros de placer mientras te dirigías a morder y succionar su pálido cuello, cada que gemía de satisfacción su manzana de Adán se movía de forma sugestiva.
Pasaban los minutos y comenzabas a tocar cada ricón de su cuerpo, sus lindos pectorales con pezones rosáceos, sus abdominales marcados y mirando desde abajo su definido y sensual rostro, con una forma curvada en sus abundantes cejas y ojos cansados levemente cerrados de placer.
A pesar de que es muy vocal para la hora de el sexo en este momento estaba callado, simplemente jadeando, hasta que algo dentro de el se rompió incitándolo a hablar.
"Dios mío, ____! Creo que estoy cerca, muy cerca" Dijo cerrando sus ojos y mordiendo su labio esperando la confirmación que no obtuvo.
"No te corras Choso, quiero disfrutar de tu miembro un rato más, se un buen chico y espera a que esté satisfecha" Dijiste para seguir restregandote en el hasta que se comenzó a contraer y gemir más alto, a lo que te detuviste.
"Por favor... Estaba tan cerca" Exclamó Choso sin mirarte a los ojos desviando su mirada a la mesa de noche al lado de la cama.
Sin mediar palabra con el lindo hombre debajo de tí, te escurriste cuál serpiente hasta estar frente a su intimidad, bajando tortuosamente sus pantalones de dormir y boxer color negro mientras el te miraba suplicante, pero sin decir ni una palabra.
Al bajar su ropa, te encontraste con su prominente erección que golpeó fuertemente tu mejilla derecha, un golpe seco que hizo gemir a Choso.
Sin importarte mucho diste una gran lamida a su miembro desde la base hasta la punta succionando la misma, ganado un suspiro pesado de el contrario.
Ya estando en el inicio de su intimidad, fuiste bajando mientras lo colocabas dentro de tu boca, escenario que volvía loco al pelinegro que agarraba fuertemente las sábanas para después tirar su cabeza hacia atrás de el placer obtenido.
Tus movimientos eran constantes y rápidos, aunque en momentos bajabas la intensidad para torturar al contrario.
Los gemidos de el hombre se hacían presentes y su inminente orgasmo también, el chico estaba a punto de explotar, lindos gemidos y súplicas salían de el, haciendole honor a tu nombre.
"____! Por favor... Dios mío, déjame correrme, te lo suplico" Dijo Choso rogando mientras su labio estaba siendo mordido por el mismo al punto de sangrar levemente.
Sacaste su miembro de tu boca, para acariciar sus abdominales mientras movías tu mano de arriba a abajo sobre su eje.
Escuchando sus súplicas y pensando que decir detuviste nuevamente tus movimientos, frustrando de sobremanera al más alto.
"Un rato más lindo, te haré sentir muy bien, la espera vale la pena, solo se paciente" Dijiste para guiñarle un ojo y comenzar a bajar tu short y ropa interior, dándole una linda vista al contrario.
Volviste a tu posición inicial de estar en su regazo, teniendo sus intimidades cerca.
Agarras su miembro y comienzas a introducirlo, mientras con la mano que tenías apoyo en su muslo estaba siendo marcado con tus uñas bien cuidadas.
Choso se estremecía y jadeaba mientras tus paredes lo abrazaban sin quitar la mirada en ningun momento de la unión de sus intimidades.
Comenzaste a moverte sobre el, escuchando sus pieles chocar haciendo un ruido sumamente obsceno que volvía loco al hombre, sus gemidos cubrían los tuyos, siendo muy ruidoso por todo lo que estaba sintiendo, tanta estimulación y negación lo estaba matando.
Fuiste más rápido, apoyándote en su hombro, mordiendo su cuello nuevamente.
Tenías su boca en tu oreja escuchando a claridad total todo su placer.
Parecía que tú estabas hecha para el, como se conectaban, como apretabas todo su eje y encajaban perfectamente, lo volvía loco y adicto a lo que le provocabas.
Estaba a punto de llegar a su climax, y esta vez si tienes planeado dejar que lo alcance.
Casi llorando, con los ojos cristalizados el más grande súplica.
"D-dios, dime qué si, por dios, dime qué me puedo correr, lo necesito, t-te necesito" dijo cerrando los ojos dejando caer sus lágrimas de estimulación.
"Si, Choso puedes correte" Dije entrecortadamente para el hombre.
Cada segundo que pasaba aumentaba la intensidad separando mi cara de su hombro para mirarlo a los ojos.
El obsesionado mirando mis pechos rebotar mientras llevaba uno a su gran mano, apretándolo suavemente.
Gruñia en vez de gemir, los jadeos ya eran casi inexistentes, hasta que por fin llegó a su climax.
Su cuerpo se contrajo y agarro mis caderas para moverme y dejar toda su semilla dentro de mí.
Jadeando soltó mis caderas, pero sinceramente no había llegado a mi punto final, así que seguí moviendome.
Su cara fue un poema, jamás había experimentado la sobreestimulacion y se notaba.
Desesperado colocó parte de su puño en su boca para morderlo por la sensación que le estaba haciendo sentir.
Agarraba las sábanas con desesperación, mientras lágrimas brotaban de sus ojos.
Su semilla se veía esparcida entre mis muslos y su pelvis, dando una lubricación natural.
Pronto sentiría mi propio orgasmo llegar al igual que el suyo, ya por segunda vez.
Me moví con más intensidad persiguiendo mi primer climax, consiguiéndolo a la par de Choso.
Cansados tratamos de calmar nuestras respiraciones, con nuestros corazones juntos y un lindo abrazo que denota todo el amor que tiene para dar.
Sinceramente fue una noche que siempre va a recordar.
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xjulixred45x · 1 year ago
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Yandere Satoru Gojo: Abre la Puerta(TRADUCCION)
-"knock knock"-
Lector@ habia entrado con prisa a su departamento, después de haber corrido por manzanas enteras, esquivando personas y mirando constantemente detrás de ell@ desde que habia logrado salir de la casa de Gojo. al aue estaban seguro habia quedado inconsciente por el sello que habia logrado ponerle.
pero en cuanto escucho esas palabras al cerrar la puerta, supo que tenia qué correr otra vez.
y lo hizo.
-"siento haber entrado por tu ventana! horribles modales, pero sabes como soy~"- lo escucharon hablar mientras huia inútilmente a su cuarto casi vacio, ya que la mayoria de sus cosas estaban en la casa de Gojo, cerraron la puerta y se dirigieron al primer lugar que les vino a la mente--
el closet.
si no puedes contra el, al menos entretenlo para que no te mate. penso.
Satoru se dirijio sin prisa hacia el cuarto de su pareja, viendole sin problema atravez de la venda. no sentia miedo, nisiquiera estaba un poco preocupado, sabia que no podia huir de el. mucho menos ahora.
aunque lo admitia, verlos intentarlo aún sabiendo lo futil que es era bastante divertido, mirale, cosita bonita, pensando que tiene una oportunidad, escondido en el closet como un niño asustado ¡pero no hay nada de qué preocuparse! el esta aqui después de todo.
-"ahora ahora, (lector@) ¿porque no sales por las buenas y vamos a casa? debes tener hambre después de haber corrido tanto."-
-"¡ALEJATE DE MI, LA ALARMA DEL DEPARTAMENTO SONO Y VENDRÁ LA POLICÍA!"-
"-nos abremos ido para entonces...¡vamos! ¡tuviste tu momento de "libertad"! sal y nos olvidaremos de esto--"-"porque?"- (lector@) corto abruptamente a Satoru, sorprendiendolo, pero no mas que su pregunta.
-"¿porque que?....no, espera, se lo que te refieres"-
Satoru nunca entendio muchas de las acciones de su pareja. el sentimiento era mutuo.
¿porque rechazaba su afecto?¿porque no veia que hacia todo esto por ell@?¿porque no solo acepta que esta destinad@ a ser suyo?
...¿porque Satoru le estaba haciendo esto?
-" estoy destiando a ser tuyo y tu a ser MI@...¡soy todo lo que necesitas!"-
Satoru se extraño un poco al no recibir respuesta después de eso. por lo que siguió hablando, esperando una reaccion o mínimo, que se hartaran de lo que decia y le respondieran. Dándoles la espalda mientras se sentaba en el piso.
-"FINALMENTE conoci a alguien que me da este tipo de emociones..incluso si esto no te gusta NO ME VOY A RENDIR CONTIGO"- Satoru esperaba aunque sea escuchar un sollozo de parte de (lector@) pero lo recibio de nuevo el silencio del pasillo..
-"¡tu SABIAS que no podia vivir sin ti! TU me forzaste a hacer esto! no puedo hacerlo solo! ¿porque te es tan DIFÍCIL aceptarme?"- Satoru dijo mientras se volteaba bruscamente, perdiendo su paciencia.
pero entonces el noto algo que le hizo sentir una sensación extraña en su estómago, al ver que atravez de la puerta del armario, la temperatura corporal de (lecto@r) estaba disminuyendo..
NO..
-"¡(LECTOR@)!- abre la- abre la puerta porfavor! (LECTOR@)! abre la puerta!"-
-"(LECTOR@) ¿podemos olvidar que paso esto y vovler a casa?¿podes decir algo..?"- Satoru estaba frente a las puertas del closet, con sus manos temblando mientras trataba de que (Lector@) le respondiera sin éxito. podia ver que estaban ahi pero algo andaba muy mal..
-"(LECTOR)¡ESTAS ASUSTADO!¡LO ENTENDI!¡AHORA DEJATE DE TRUCOS Y ABRE LA PUTA PUERTA!"- Satoru se paro de su pocision de rodillas y se preparo en caso de que (lector@) se moviera. no lo hizo.
-"!(LECTOR@) NO ME HAGAS ENTRAR AHI!¡¡VOY A CONTAR HASTA 3!!--
1-
2--
¡A LA MIERDA!"-
Satoru nisiquiera tuvo que mover un musculo para que la puerta del closet se hiciera pedazos frente a el, dejando a (lector@) expuesto.
-"¡SE ACABARON LOS JUEGOS!"-
(Lector@) se había puesto un cinturón alrededor del cuello lo más apretado posible para intentar suicidarse.
Por suerte o por desgracia, Satoru rompió el cinturón. Estaba prácticamente inconsciente, apenas respiraba, pero estaba bien. Iba a estar bien.
Satoru sintio como ese sentimiento extraño desaparecia y llegaba a el una sensación suave, al verle tan indefens@, estiró su mano y le acaricio la mejilla con cariño.
ay...que susto le dio... definitivamente ahora tendra que cuidarle mas. talvez pasar mas tiempo con ell@ y asi no se sientan mal, especialmente después de esto, lo van a necesitar.
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billowing-old · 12 days ago
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shoyoslaugh · 7 months ago
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NECESITO MÁS MUTUOS Q LE GUSTEN JUJUTSU KAISEN Y HAIKYUU 😭😭 ME DA TANTA TRISTEZA CUANDO TRATO DE MANDAR TWEETS Y NADIE DICE NADA.. (HABLO ESPAÑOL Y EN INGLÉS!!)
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amo-bsd · 20 days ago
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🖤
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lizziehx2 · 2 months ago
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Empatía Maldita (Gojo x OFC)
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Clasificación: Madura
Categoría: M/F
Fandom: Jujutsu Kaisen
Capítulos Totales: 7 / 20
Sinopsis:
Satoru Gojo y Akari Itoyama entrelazan sus historias desde la adolescencia como estudiantes de hechicería. La presencia en la vida del otro, aunque es intermitente, es significativa: el primer beso, misiones, pérdidas, discusiones y en el futuro, parentar a un hijo. Una historia sobre madurar y las segundas oportunidades.
Capítulo 7: Una situación pegajosa
Después de lo sucedido con Nanako, decidí tomar cartas en el asunto. No sólo había desempolvado mi lazo, sino que había considerado una loca idea, la de regresar a la Preparatoria de Hechicería. 
Tras esa batalla entendí que no era capaz de defender a mi hija yo sola, mucho menos de maldiciones de primer grado y no, no estaba en mis planes dejar sin madre a mi propia hija. Pero, ��qué conllevaba esa decisión?
Para empezar, tendría que dejar mi trabajo en el zoológico. Eso a lo que había dedicado tantos años tenía que darle una pausa para trabajar en el gremio de la hechicería, lo que también significaba arriesgar el pellejo cada día. Pero la paga era mejor por mucho, sobre todo si lograba convertirme en hechicera de primer grado. 
También tendría que irme a Tokio. ¿Y si esperaba a que Nanako creciera un poco más? No, no debía exponerla más tiempo.
Por otra parte no podía negar que una pequeña parte de mi deseaba demostrar mi poder. Quería probarme a mí misma que era fuerte y capaz. 
Y para esto esperaba contar con el apoyo de Mafuyu. 
Todo esto estaba deliberando mientras las verduras flotaban en la sopa, enfriándose.
—¿Me quedó muy salado? —pregunta Yukio con preocupación. 
—Ya sabes que ésta criatura se la vive preocupada. Quién sabe en qué esté pensando.
—¿Eh? ¿Me hablaron? —pregunto, volviendo a la tierra. 
—Tu sopa se enfría. No seas grosera y cómete lo que cocinó tu hermana —me regaña mi abuela. 
—Si no tienes hambre puedo guardar tu plato —ofrece Yukio en tono conciliador.
—No, no, no —tomo el plato y bebo mi sopa—. En realidad quería preguntarte algo, abuela.
—No hasta que te acabes eso —me apresuro para acabarme la sopa y el arroz. 
—Cuando nos sacaste del orfanato, ¿no te dieron miedo las cosas que se decían de mí?
Mi abuela deja sus palillos en la mesa y me mira como preguntándose cosas. Probablemente mi comentario le parecía salido de la nada. 
—Si no hubiera sido por esas cosas que se decían de ti, probablemente me hubiera tardado más en encontrarlas. Además, estaba tan contenta de saber que estaban vivas que poco me importaron los rumores.
—¿Y después? ¿No fue duro comprobar que era cierto?
La abuela suspira y niega con la cabeza. 
—La vida acababa de ponerse muy difícil para todas. Así que pensé que era tu forma de lidiar con eso. ¿A tí te daba miedo, Yukio? —le pregunta a mi hermana. Ella lo niega.
—En ese entonces yo creía todo lo que me decía Akari, aunque no pudiese ver nada.
—Aaaw, qué adorable —pincho sus mejillas con fuerza, mientras intenta zafarse. 
—Además, como decían que eras bruja, tenía la esperanza de hacer mucho dinero con tus dones.
—¿Querías que le leyera el futuro a las vecinas o qué?
—Sí, pero resulta que no sirves para eso —ríe la abuela—. Tal vez Nanako sí pueda. 
Mi respiración se detiene. 
—¿Ya se dieron cuenta?
Ambas asienten. 
—Sus dibujos a veces son aterradores —comenta mi hermana—. Seguramente te llamarán pronto de la guardería.
Me encojo de hombros. Los dones de mi hija estaban empezando a despertar y no sabía muy bien cómo lidiar con ellos. ¿Acaso todas las mamás se sentían igual de perdidas o sólo las que teníamos hijas con poderes sobrenaturales?
—He estado pensando en la posibilidad de regresar a la escuela de Hechicería —confieso—. Después del último incidente me di cuenta de que no soy capaz de protegerla de los espíritus más fuertes. Y...  Me serviría aprender cómo manejar sus dones a tan temprana edad.
—¿Seguro que sólo es por eso? —cuestiona la abuela.
—¿Te parece que son pocos argumentos?
—Yo no terminé la secundaria y aún así te crié. Estoy segura de que Nanako estará bien. Además, esa niña es valiente. La que tiene miedo eres tú.
—Abuela —interviene mi hermana.
—Claro que tengo miedo. Tengo miedo de no estar a la altura.
—Acepta que lo que quieres es tomarte unas vacaciones de la maternidad.
—¡Abuela! —exclama Yukio, apretando su mano.
—¿Cómo puedes pensar eso? Prácticamente ella es mi motivación para vivir.
—¿Entonces cuándo te vas a conseguir una vida propia? Creí que para eso querías irte.
¿Qué? Me quedo sin palabras. ¿Qué estaba tratando de decirme? ¿Que era un estorbo que se aprovechaba de su anciana abuela o qué? ¿Que era un fracaso por ser "divorciada"?
—¿Dónde quedaron tus planes de casarte y formar un hogar? ¿Dónde están tus ambiciones personales? No se pudo con Mafuyu-chan, ¡pues el que sigue!
Estoy helada. La abuela acaba de arrojarme encima un balde con agua fría. Miro a Yukio en busca de consuelo, pero ésta vez no hace por defenderme. 
—Mafuyu ya avanzó. Quizás es momento de que tú también lo hagas —dice en tono conciliador, dándole la razón a la abuela. 
—¿Y piensan que un hombre es la respuesta? —les cuestiono, volviendo a entrar en el calor de la discusión. 
—Sí.
—No.
Mi hermana y mi abuela se contradicen. 
—Yo digo que vayas y te consigas un esposo hechicero. Seguro son más interesantes que los mortales que apenas tienen tema de conversación.
Yukio niega con desaprobación. 
—Yo intentaba decir que ya es hora de que vuelvas a pensar en ti como mujer. Y si la hechicería te devuelve la confianza, entonces deberías hacerlo.
—Quizás tu hermana no está tan perdida después de todo —señala a Yuki—, lo que Nanako necesita es una figura materna que sea segura de sí misma y le enseñe a ella a serlo, para que cuando llegue el momento...
—Ella pueda defenderse sola.
Ambas me sonríen con aprobación. 
—Y que se consiga un esposo poderoso que la mantenga para que pueda hacer lo que ella quiera con su tiempo.
No puedo evitar carcajearme. Mi abuela Yukio no cambiaba. Sé que ella hablaba desde los valores de su tiempo, pero era algo que también me decía cuando le presenté a Mafuyu:
—No dejes ir a ese chico. Se ve que puede mantenerte.
Por eso nos dio su bendición desde el principio, porque creía en el valor de un padre. Quizás ella no pudo casarse con un hombre que respondiera como ella quería, pero estaba contenta de ver que quizás yo sí lo haría. 
En fin, ya saben cómo acabó la historia, pero aunque ya no estábamos juntos, ella se alegraba de tenerlo en la familia como un soporte, como si viera en él realizadas todas sus expectativas. 
—¿Podemos hablar? —le pregunto al nieto predilecto. 
Me había tomado unos días para meditar mi decisión, pero tanto la abuela como Yukio parecían animadas con la idea de que me consiguiera un empleo más lucrativo (en éste caso como hechicera) y hablaban de nuevos muebles o ricos platillos para preparar con ingredientes caros. Eso me motivó en buena medida. Ahora debía hablar con la persona que iba a tener que hacerse cargo de Nanako de tiempo completo y, quizás proponerle algo que potencialmente podría entorpecer su nueva relación. 
—Vaya, no puedo decir que me sorprende pero sí es inesperado —Mafuyu se quita las gafas y aprovecha para limpiarlas con su pañuelo. 
—Sería temporal. Estoy pensando en un año, antes de que Nanako entre al instituto y me necesite más todavía.
—Lo único que me preocupa es tu seguridad. La última vez que enfrentaste... Una situación de esas, saliste herida. ¿Crees que vale la pena arriesgarse por dinero?
—No es por dinero —miro al suelo—. Es un proyecto personal.
Era evidente que Mafuyu estaba preocupado, pero no sabía si era por mí o porque estaba a punto de arruinar sus planes lunamieleros. Pero conocía al padre de mi hija lo suficiente para saber que no era una persona tan egoísta y que seguramente estaba considerando muchas otras cosas. 
—Háblalo con Nita primero. Tal vez debas considerarla en la ecuación —sugiero. Quizás estaba buscando una razón para no hacerlo, pero hasta el momento todos me habían dado alas.
Mafuyu asiente con media sonrisa. 
-*-*-*-*
Viajaba en tren hacia la ciudad de Tokio. Hacía muchos años que no viajaba sola a ningún lado y me sentía extraña. Pensaba en mi familia, en Kuro y sobre todo en Nanako. 
Por un lado, las preocupaciones maternales residían permanentemente en mi pecho. Confiaba en Mafuyu y en el apoyo de mi abuela y mi hermana, pero ninguno de ellos tres podía protegerla de una amenaza sobrenatural. Para ello le había tejido un brazalete, el cuál había infusionado con energía maldita para ayudar a alejar a las maldiciones itinerantes. No debía quitárselo por ningún motivo. 
Por otro lado, Kuro se encontraba en el zoológico de forma temporal. Haría lo posible por visitarlos a todos cada fin de semana o cuando estuviera libre de misiones y las videollamadas constantes iban a ser importantes. 
Tenía todo un plan que parecía adecuado para mi estancia durante un año. Quizás no iba a ser suficiente, pero tenía que intentarlo, tenía que entregar mi cien por ciento. 
Al llegar a la estación me dirijo a la sala de abordajes para pedir un taxi. Pero cuál es mi sorpresa cuando observo un letrero con mi nombre: Akari Itoyama. Era nada más y nada menos que Satoru y un asistente (éste último sosteniendo el cartón). 
Secretamente estaba muy contenta de pensar que alguien se había tomado la molestia de venir por mí, pero también me preguntaba por qué Satoru había decidido venir él mismo. ¿Acaso quería verme? ¿O simplemente estaba por aquí y aprovechó el viaje? Cualquiera que fuese la razón, estaba feliz de verlo. 
—¿Yaga te obligó a venir? —me burlo. Él se acerca, negando con la cabeza. 
—Quería ser el primero en darte la bienvenida a mi clase.
—¿Serás mi maestro?
—En efecto. Te entrenaré personalmente —sonríe con autosuficiencia. 
—Creí que me uniría a la clase de segundo —caminamos hacia el coche. 
—Le pedí a Yaga que me asignara tu tutela y aceptó.
—¿Y tú cómo te enteraste de que regresaría? —le pregunto al llegar al auto. Satoru se inclina para acercar nuestros rostros.
—Te sigo de cerca, Itoyama —me abre la puerta en un inusual gesto de caballerosidad. —¿Dónde quedó tu pajarraco? Creí que lo traerías.
—Era más seguro que se quedara en el zoológico.
—Podría entrenarse para el combate de maldiciones.
Niego con la cabeza. Ambos entramos al coche. 
—No me gustaría esa vida para él.
—Vamos, ser hechicero no es tan malo. Es divertido de vez en cuando.
—Lo dice el más fuerte...—refunfuño.
—¿Que soy qué? —pregunta complacido, poniendo una mano detrás de la oreja para escuchar mejor. 
—El más molesto —me cruzo de brazos, volteándole la cara. 
—Perdona, por un momento creí que habías reconocido mi superioridad. Te iba a dar puntos extras por ello.
—Tendré que esforzarme en los exámenes, entonces. No queda de otra —suspiro con fingida pesadez.
—¿Cómo se encuentra Nanako? —cambia de tema.
Satoru no debió preguntarme eso porque es el tema de conversación favorito de una madre, sobre todo cuando la nostalgia la acecha. Le hablé de lo inteligente y valiente que era, de sus dibujos, de su estancia con su padre, de la guardería, hasta de los agujeros en sus calcetines; ¡de mil cosas!
Afortunadamente el auto se detiene en el momento justo porque Satoru ya tiene cara de hartazgo. 
—Hemos llegado —comenta Take, el chófer. 
Satoru se anima.
—¡Justo a tiempo! Vamos. 
—¿Dónde estamos?
Al bajarme noto que estamos en el elegante barrio de Jiyugaoka. Ésto no era la preparatoria. 
—¡Venimos a comer postres! —sonríe, alzando el pulgar. 
—Pero nos esperan en la escuela —lo sigo. 
—No te preocupes, yo nunca llego a tiempo.
—Se nota que eres influyente.
La verdad es que fue una gran idea. Satoru me llevó a las chocolaterías y panaderías a probar todo tipo de postres. Panqués, mantecados, pays, bizcochos y mochis rellenos de helado. De verdad me di el mayor festín de mi vida. 
De vuelta al auto, acariciaba mi barriga inflamada. 
—¡Estoy demasiado llena! La señora Sato se va a enojar porque no comeremos su comida.
—La señora Sato falleció hace dos años. Ahora tenemos un nuevo cocinero.
—¿Qué? —quedo perpleja—. ¿Qué fue lo que le pasó?
—Fue por causas naturales. Un infarto, me parece. 
Me encojo de hombros, negando y suspirando por la noticia. 
—No debes afligirte. Tuvo una muerte digna. Pocos pueden decir lo mismo. 
—Tienes razón. 
Satoru coloca su mano sobre mi cabeza. 
—Su familia tuvo la oportunidad de velar sus restos. ¿No es acaso lo que todos desearíamos?
Lo miro, recordando sus palabras: "No, porque estaré muerto". Y un dolor en el pecho me oprime el corazón. 
—Tienes razón, ella debe estar feliz. 
Nos quedamos en silencio y es un error, porque empiezo a llenar mi mente de pensamientos sobre la muerte, sobre todo la de Satoru. Pero, ¿se puede cambiar el futuro, no? Nada está escrito realmente. Tal vez aún podíamos hacer algo al respecto.
—Luces preocupada —comenta Gojo. Trato de reponer mi semblante y fingir que estoy bien, pero ver su cara me entristece. 
Al llegar a la escuela, saludamos al director Yaga, quien se alegraba de darme la bienvenida nuevamente. Luego Satoru me muestra mi nueva habitación en los dormitorios de chicas. Al parecer los habían remodelado hace un par de años. 
—¡¿Qué hace aquí?! Sólo se permiten chicas —prorrumpe una chica de anteojos y cabello verde. 
—¡Ah Maki, te presento a Akari Itoyama! Acaba de regresar a la Preparatoria después de diez años, ¿no es genial?
Hago una leve reverencia para presentarme. 
—¡Mucho gusto! El profesor Gojo estaba mostrándome mi habitación. 
—Ajá —se cruza de brazos, mirándonos con suspicacia. 
—Bueno, las veo en el salón de clases en una hora —canturrea, despidiéndose con la mano. 
—¿Así que usted y el profesor Gojo se conocen de antes?
Ay, ésta chica me estaba empezando a poner nerviosa. 
—Fuimos compañeros hace mucho, hasta que dejé la escuela después del primer año. 
—¿Por qué la dejó?
—Supongo que no era mi momento. ¿Tú estás en primero? Escuché que Sat... Gojo daba clases a los de primer año. 
—Sí, estoy en su clase. En éste momento soy la única chica de mi grupo. 
—¿Cuántos compañeros tienes? —trato de tomar el hilo de las preguntas para alejar la atención de mi persona. Vuelvo a mi tarea de desempacar algunas cosas mientras ella se sienta en mi cama.
—Somos cuatro en total. Antes de usted llegó un chico muy raro. Supongo que ahora somos cinco. 
—Me parece que no me incorporaré a ninguna clase específica. Por mi trayectoria, tendré una formación a parte. 
—¿De qué grado es?
—Hechicera de segundo grado. 
Pone su mano en la barbilla. 
—Mmm, suena lógico. Yo todavía soy de tercer grado. Pero sé que pronto ascenderé, estoy concentrada en ello. 
—Hablas con mucha seguridad —le reconozco—. Si hubiera sido la mitad de segura que tú, probablemente no hubiera abandonado la hechicería. 
—¿Por qué regresó después de tanto tiempo?
—En parte por mi hija —suspiro. En ese momento encuentro en la maleta la bolsita con fotos que había empacado y le enseño una a Maki. Como ya dije, mi tema favorito era mi hija—. Tiene cuatro años, pero lo más probable es que sea una usuaria maldita como yo. Quiero protegerla y enseñarle a ser valiente. 
—¿El hombre en la foto es su esposo? Es apuesto. 
—Es el papá de Nana pero no estamos juntos —me rasco la cabeza, avergonzada.
—¿En serio? ¿También es hechicero?
Niego con la cabeza. 
—El amor y la hechicería no se llevan bien. 
Maki sonríe y suspira, mirando a la ventana. 
—Estoy de acuerdo. 
-*-*-*-
A la mañana siguiente me levanto a las 6 am para estar en  el estadio de atletismo a las 6:30. Al llegar, los chicos de primero ya estaban ahí, haciendo estiramientos. 
—Buenos días —saludo, apenada. —¿Van a empezar a entrenar?
—Recién terminamos de trotar. Ahora vamos al gimnasio a hacer pesas —señala Maki.
—Si quieres mañana puedes unírtenos. Empezamos a las 6 en punto —sugiere Panda.
—Salmón —añade Inumaki. 
Ellos se retiran en grupo mientras yo me quedo a estirar. Hacía mucho tiempo que no me ejercitaba en forma. Sentía como si necesitara aceitar mis articulaciones y despertar los músculos. 
Empiezo a trotar, intentando recordar mis marcas de cuando tenía 16 años. Era obvio que no rendiría igual, pero me ayudaría a fijarme la primera meta. 
Después de veinte minutos me detengo, tratando de recuperar el aire. Estaba en muy mala forma, mierda. 
—Vamos a necesitar que te esfuerces el doble —exclama Gojo, sentado en una de las gradas. 
—¿Cuándo llegaste?
—A tiempo para ver tu penoso rendimiento. 
—Ahora me pregunto si lograrás hacerme más fuerte. ¿Alguna vez has fallado como tutor?
Satoru sonríe con autosuficiencia. Seguramente pensaba que entrenarme era un reto digno de él. 
—Sigue la rutina de los de primero. Te veo en el dojo después del desayuno.
—¡Hecho!
Trato de recuperarme para seguir, a pesar de sentir que el pecho me quema. Afortunadamente tenía el estómago vacío, así había menos probabilidades de vomitar. 
-*-*-*-
La primera práctica de combate cuerpo a cuerpo, había sido una prueba de fortaleza mental, más que física. Satoru de verdad se estaba esforzando en hacerme enojar, porque sabía que era el estado en que mejor rendía.
—En nuestra primera lección practicaremos la evasión de daño. Hay tres técnicas básicas para hacerlo. Esquivarlo, desviarlo y disuadirlo. La última vez que te vi pelear noté que simplemente recibías los golpes con la cara. 
Gruño, alzando una ceja.
—No hace falta que me lo recuerdes 
Entonces Gojo me asesta un golpe, el cuál apenas logro esquivar, cayendo torpemente al suelo.
—¡Oye, no estaba lista!
—¿Ves que sí hace falta? El enemigo siempre buscará atacarte con la guardia baja. Tú tienes que estar lista en todo momento. 
Entonces aguzo mis sentidos y refuerzo mi cuerpo con energía maldita. 
—Te mostraré cómo se hace. Anda, golpéame —indica. 
Le lanzo un golpe pero obviamente Satoru lo esquiva. Entonces le lanzo otro y otro y otro sin éxito. Le suelto una serie de golpes en ráfaga, cuando intercepta mi brazo, me dobla la muñeca y me tira al suelo. Aprieto los dientes de dolor. 
—No recomiendo mantener un mismo ritmo por mucho tiempo. El enemigo podría tomar ventaja de ello. 
Al soltarme vuelvo a ponerme en guardia. 
—Ahora vamos a redireccionar. Carga tu puño con energía maldita. 
Enciendo el fuego color azul alrededor de mis puños y sin esperar la indicación, dirijo mi puño a su cara. Pero una fuerza invisible desvía el curso del golpe, empujándome a un costado. 
—De nuevo —ordena. 
Lo intento, tratando de analizar cómo lo hace. Era obvio que estaba utilizando su técnica ritual. Yo no tenía el infinito, ¿cómo quería que replicara su movimiento?
Me planto bien en el suelo con cada golpe para evitar perder el equilibrio. Es entonces cuando parece que alcanzo su cara, pero en realidad es como si hubiese golpeado una pared de hule; no lo toco en ningún momento. 
—Disuasión del daño. 
—¿Cómo lo haces? —pregunto sorprendida.
—Todo es energía maldita. Conviértela en tu barrera. 
Visualizo la barrera y reuniendo mi energía maldita, me cubro del característico resplandor azul.
—¡Me agrada tu entusiasmo! 
—Golpéame entonces —le pido—, estoy lista. 
Satoru sonríe complacido y si pudiera ver sus ojos, sé que estarían brillando con expectación.
Con velocidad sobrehumana, lanza su puño en mi dirección, listo para aleccionarme, pero en su lugar lo ataco con la barrera de energía maldita y lo desvío de su trayectoria.
Él cae suavemente en sus dos pies, como si hubiese retrocedido por gusto. 
—Buena respuesta, pero en mi opinión invertiste demasiada energía en un momento inapropiado. Sólo estamos practicando la disuasión de daño. No hacía falta que me atacaras de vuelta. 
—Otra vez —le pido, poniéndome en guardia.
Satoru se abalanza hacia mí pero a medio camino se teletransporta detrás de mi y con una patada golpea mi espalda. Afortunadamente mi cuerpo lo presiente y alcanzo a desviar su golpe con energía maldita. 
Cae al suelo apoyando suavemente una mano en el piso para impulsarse de regreso. Dirige sus puños a mi cara, con una ráfaga de golpes y yo logro desviarlos con la energía maldita de mis antebrazos. 
Vuelve a teletransportarse a mis espaldas, ésta vez alcanzo a girarme a tiempo para enfrentarlo. Me agacho para esquivar su patada y con la pierna golpear sus tobillos para desequilibrarlo. De un brinco evita el impacto mientras me pongo de pie. Quiero golpearlo, de verdad quiero atinar un golpe, aunque sea uno. Pero él es más rápido y antes que pudiese lanzarle una patada, él ya me estaba atacando. 
Noto que no está usando energía maldita para reforzar sus golpes, todo es fuerza y velocidad sobrehumana. Es entonces cuando enciende su puño y prepara un golpe cargado, al que sólo alcanzo a responder poniendo los brazos como una equis, recibiendo un impacto que me proyecta hasta la pared, golpeándome la cabeza contra el muro. Logro caer de pie, pero me siento aturdida. Es el momento perfecto para rematarme. Viene a toda velocidad con su puño hacia mí, cierro los ojos esperando el impacto, pero en su lugar, Satoru me golpea con su dedo medio en la frente, en un odioso y arrogante gesto. 
—Estás muerta —se burla. Pero el fuego de mi furia se enciende dentro de mí. 
Con un gruñido vuelvo al ruedo y lo golpeo en el abdomen con mi puño cargado, el cual no parece causarle dolor pero sí lo empuja algunos metros. Es como si hubiese golpeado una pared de concreto, ¿qué mierda?
Ésta vez vuelve de frente y lo espero formando una coraza de energía maldita. Contengo sus golpes de ésta forma, pero no sé por cuánto tiempo. Entonces se detiene de súbito, alejándose de mi. 
—Es un buen escudo el que tienes ahí, pero no te confíes —enciende su puño color rojo, acercándose lentamente hacia mi—. Sí te atacara con balas u otro tipo de proyectiles, sobrevivirías sin problema, incluso al impacto de una bomba. Pero hay algunos brujos y hechiceros que podrían golpearte con algo más. 
Satoru levanta su puño en llamas y al extender su palma, contrae la energía maldita y le da forma de esfera. No sé qué pretende, pero estoy segura que pronto lo averiguaré y que va a doler. 
Y en efecto, lanza la esfera en mi dirección y como un bólido, rompe el escudo y me golpea en el estómago, sacándome el aire y tirándome al suelo despiadadamente. 
Quedo tendida en el suelo, completamente frita, con un hilo de sangre escurriendo de mi nariz.
Terminó el combate para mí.
Satoru se acerca y se pone en cuclillas.
—¿Estás bien? 
Alzo mi pulgar a modo de respuesta. No podía hablar pues aún estaba sin aire. 
—Honestamente no creí que te pegaría tan duro —se rasca la barbilla, mirando mi estómago.
Entonces acerca su mano a mi abdomen, quitando mis manos, para hundir gentilmente sus dedos alrededor de mi ombligo. Me estremezco y lo detengo casi de inmediato, tomándolo de la muñeca. 
—¿Qué haces? —intento protestar, todavía sofocada—, mis sesos... aún no se reacomodan —respondo con la pizca de humor que me queda.
—Tienes el abdomen muy suave —dice casi susurrando. Al notar la curva de sus labios formando una leve sonrisa, una ola cálida enciende mis mejillas. Pero el tierno momento no dura mucho y cambia su expresión enseguida—. Oye, hay que echarle más ganas al gym —aconseja con una sonrisa tonta y yo lo fulmino con la mirada. Pff, ilusa, creía que algo estaba pasando aquí.
En eso, Panda entra al dojo azotando la puerta.
—Profe Gojo —canturrea. Al voltear nos encuentra durante nuestra interacción en el piso y se tapa los ojos de inmediato, ruborizado (de la manera en que solo un panda puede hacerlo). La sangre se me baja a los pies, sólo para volver a subir a mi rostro con propulsión a chorro. Soy como un termómetro descompuesto. 
—Lamento interrumpir, pero tienes una llamada telefónica, profesor. 
—¡¿Qué?! N-no es lo que piensas —tartamudeo, agitando las manos. Mi cara es un tomate, mientras Satoru se mantiene impasible como siempre. De forma ágil se levanta para dirigirse a la puerta. 
—Cuando regrese empezaremos de nuevo —me dice. 
A Panda se le cae la mandíbula del shock y sale detrás de Gojo, todavía cubriéndose los ojos. 
Gruño y dejo caer mi cabeza al suelo. Qué momento tan embarazoso. Acaricio mi vientre, recordando el golpe, pero esa imagen es reemplazada inmediatamente por la de su mano tocándome. El rubor aún perdura y con el antebrazo intento cubrirme, mientras pienso en esa leve y modesta interacción, casi como una caricia. 
-*-*-*-
Satoru y yo nos pasamos varias horas dándonos de golpes. Yo tratando de utilizar mi poder para evitar el daño y él asegurándose de patear mi trasero.
Debo decirlo, desde el momento en que me confesó que sería mi tutor, me empecé a preguntar qué tipo de docente era. Ahora podía decir que era despiadado en combate. No temía golpearme ni hacerme daño. Si no tuviera mi energía maldita, habría sangrado más de lo que sangré ese día. 
—Mi diagnóstico era atinado: eres una debilucha. 
El peso de esas palabras cae sobre mis hombros, aplastándome contra el suelo. 
—Afortunadamente tu profesor soy yo, ni más ni menos. Así que nos esforzaremos. 
—Y éste progreso del que hablas, ¿cuánto tiempo crees que tarde en notarse? —pregunto mientras limpio el sudor de mi frente.
—Mmm, hay algunas personas que nunca lo logran. 
Ahora son la decepción y la desesperanza quienes me abofetean. 
—Pero nunca he fallado. Tengo el don de ver el talento en las personas. 
—¿Eh?
—¿Crees que te prestaría mi valioso tiempo si no pensara que vales la pena? —se pone de pie. ¿Lo decía en serio?— Tengo hambre, ¿vamos por un postre? —cambia de tema abruptamente.
Suspiro y sonrío, negando con la cabeza. ¿Así que Satoru admitía que veía potencial en mi? Debo luchar por contener una sonrisita de emoción.
—Provecho, yo me voy a la cama.
—¿Tan temprano? Todavía ni sirven la cena.
—Creo que sólo tomaré una ducha y me iré a dormir. 
—Como quieras, más comida para mí —sonríe y sale del dojo. ¿Acaso nunca se despedía apropiadamente?
Voy camino a mi dormitorio con el cuerpo dolorido, cuando decido hacerle una pequeña visita a Shoko antes de pasar a las duchas. 
—¿Se puede? —pregunto, tocando la puerta del consultorio. 
Dentro se encontraba Yuta Okkotsu, a quien había visto solamente cuando Satoru me presentó con su clase. 
—Hola, señorita Itoyama —sonríe dulcemente. 
—¿Pero qué te pasó? —dice Ieri, haciendo notar su desagrado ante mi demacrado estado. 
—Entrenamiento con Satoru. ¿Tú debes saber cómo es, no Okkotsu? —tomo asiento sobre la camilla. Ieri se pone de pie, poniéndose alcohol en las manos para revisarme.
—El profesor Gojo puede ser muy estricto —se rasca la cabeza, sonriendo. Hasta donde sabía, Yuta también era un chico nuevo en la clase, pero definitivamente los jóvenes tienen mejor resistencia a los golpes que los cuerpos vetustos como el mío. O bueno, al menos así me sentía en ese momento, como una bolsa de huesos sueltos que bailaban con cada golpe.
—Apenas es tu primer día, ¿qué le pasa? 
—Es despiadado —reafirmo.
Shoko levanta mi barbilla para mirar mi nariz llena de sangre seca.
—Es un bruto. Sólo me hace trabajar el doble. 
—Lo siento —me encojo de hombros. 
—Tú no. Gojo siempre manda a sus estudiantes más novatos a la enfermería. 
La fulmino, ligeramente ofendida. ¿Me estaba llamando novata?
—Lo siento, pero debes admitir que eso eres. 
Suspiro. Lo admito, sí lo era.
Ieri limpia mis heridas con algodones remojados en líquido antiséptico y noto cómo me escanea con su energía maldita. De inmediato detiene su mirada en mi estómago y me pide que me recueste para examinarme.
—Yuta, ¿puedes venir?
Okkotsu se acerca, atendiendo a su superior. A todo ésto, ¿qué estaba haciendo aquí? No sabía que Ieri daba clases. 
—Escanéala con las manos. Con lo que te enseñé podrás detectar las áreas más afectadas. 
—Con permiso, señorita —el chico hace una reverencia rápida.
Yuta posa ambas manos sobre mí y de la cabeza a los pies empieza a escanear. Me asombro al ver cómo invoca un ritual inverso similar al que usa Shoko para sanar. No lo había visto nunca en otro hechicero joven. 
—Veo que tiene lastimada la nariz, pero no es grave... —continúa. Entonces se detiene sobre mi estómago con la misma expresión que la de Shoko hacía un momento. —Señorita Itoyama, ¿le duele mucho? 
—Sí, algo —sonrío avergonzada, pensando en mi desempeño como saco de golpes de Satoru.
Ambos se miran. 
—¿El pendejo de Satoru te lanzó un rojo? 
—Estaba muy determinado en aleccionarme.
—Si te sirve de consuelo, no suele golpear a los de primero con eso, sino a los de último año. Seguro tuvo algunos problemas para vencerte.
—¿Eh? Pero si me venció como en tres segundos. 
—Observa, Okkotsu, debes concentrarte en la otra persona. No hace falta que seas médico, aunque sí ayuda cuando quieres ser preciso con el uso del ritual. Ayúdame a sanar a Itoyama de ese lado.
—Sí, profesora. Con su permiso, señorita —reitera Yuta y se concentra en mi rostro, mientras Ieri trabaja en el resto de mi cuerpo. 
Como si me hubiesen aplicado un sedante, siento cómo se relajan mis músculos y me empiezo a sentir somnolienta. En un inocente intento por descansar la vista, me quedo dormida y no vuelvo a saber de mí.
-*-*-*-
—Se quedó dormida —susurra Yuta.
—Es común que suceda. Dejémosla descansar un rato, mientras me fumo un cigarrillo. 
Cierran la cortina alrededor de la camilla y salen del consultorio. 
—Lo hiciste bien, Okkotsu. 
—Tan solo fueron heridas leves. Apuesto a que cualquiera podría hacerlo —sonríe apenado. 
—Te equivocas, no cualquiera puede invocar un ritual inverso. Solo los hechiceros de grado especial tienen la habilidad de hacerlo. 
—Pero mi credencial dice que soy de segundo grado. 
—Eso lo ponen cuando no tienen la suficiente información para evaluarte. Mientras lo descubren, te sugiero que mantengas tu don en secreto y lo uses solamente en emergencias. No dejes que te manden al matadero. 
Yuta asiente.
—¡Hola! ¿Han visto a mi alumna la más vieja? —pregunta Satoru a lo lejos de forma escandaloza. Trae un molde con tapa en la mano. 
—Hablando de mataderos...
Al encontrarse, Shoko le suelta un golpe en la cabeza. 
—¡Au! ¿Y eso por qué fue? 
—¿Sí sabes que tenemos casi la misma edad, verdad? Además, ¿cómo se te ocurre lanzarle un rojo a Akari en su primer día?
Satoru sonríe. 
—Es más fuerte de lo que pensaba. No quería que pensara que podía vencerme. 
—Eres un infantil, no sé cómo te dejan ser profesor. 
—No le hagas caso, Yuta. Tú sabes que todo lo que hago es parte de un plan cuidadosamente calculado —le susurra al chico, pasándole un brazo por los hombros. Shoko se lo arrebata de los brazos.
—Mejor ve a ver a tu alumna. Se quedó dormida en la enfermería. 
Yuta y Shoko siguen en dirección al jardín mientras Satoru entra cuidadosamente al consultorio. 
Al asomarse por la cortina, nota que Akari descansa plácidamente en la camilla, aún con la ropa de entrenamiento y con el cabello pegado a la cara por el sudor. 
Gojo reflexiona si de verdad había sido demasiado duro con ella. Tal vez debió retarla de otra forma. Pero estaba gratamente sorprendido de ver que aún estando en "mala forma" era inesperadamente fuerte. 
En su mano carga un plato con una rebanada de pastel, el que planeaba llevarle a su habitación como recompensa por el trabajo duro, pero cuando no la encontró allí, intuyó que tal vez no se había sentido bien. Y tuvo razón. 
¿Debería llevarla a su habitación para que descanse mejor? No, interrumpiría su siesta. Además, se preguntaría quién la había cargado hasta allá, le daría vergüenza y las cosas se pondrían raras, como cuando se le ocurrió tocarle el abdomen.
Había algo en su vientre un poco abultado que le parecía sumamente femenino. Después de todo, estaba consciente de que era parte del testimonial de su cuerpo al haberse convertido en madre. Y tampoco había dejado de notar el hecho de que también le habían crecido los pechos. 
Cuando recordaba a Akari como la molesta compañera de preparatoria, era varias tallas más chica. No que eso estuviera mal, pero definitivamente había cambiado. Era un cuerpo diferente. Uno que contaba otra historia. 
Lo extraordinario de aquello, es que a pesar de verse —y sentirse— más suave y redonda, poseía una fuerza superior a varios estudiantes de último año. Con todas las de la ley, Akari se convertiría en hechicera de primer grado muy pronto y él votaría a su favor. 
Al final resuelve simplemente dejar el molde con tapa en un lugar donde ella lo viese al despertar. Es así que lo deja sobre su barriga y la deja descansar. 
-*-*-*-
Pasado un mes, yo quería correr de vuelta a Nagano para ver a mi hija, pero al parecer ella ya tenía la agenda ocupada. Su papá la llevaría a pasar ese fin de semana con sus abuelos. Claro que sin mi presencia alrededor, los padres de Mafuyu estarían de buen humor. 
Me dediqué a entrenar con los chicos de primero, ya que Satoru tenía cosas qué hacer en Tokio y me sorprendí al ver que no rendía nada mal. Sí nos dábamos batalla mutuamente. 
Realmente era refrescante no salir toda golpeada de un entrenamiento. Después de todo, lo hacíamos a golpe limpio, sin energía maldita. 
A la hora de la comida me siento junto a ellos y me siento extraña. De alguna forma lográbamos congeniar, pero no del todo. Había un halo de vitalidad que rodeaba a mis compañeros adolescentes, cuando yo me sentía un poco apagada. 
Caminamos los cinco rumbo a las maquinitas de snacks cuando la conversación da un inesperado giro hacia mi persona.
—Así que... usted y el profe Gojo —Panda me golpea con el codo, subiendo y bajando sus cejas. 
—¿Qué estás insinuando? —le cuestiono, apretando los dientes. Seguro lo decía por ese embarazoso incidente en el dojo. 
—Maki dijo que era soltera. 
Fulmino a Maki, quien trata de hacer que la virgen le habla. 
—Huevas de bonito. 
—Toge tiene razón. Harían buena pareja —sugiere Yuta. 
—En realidad yo creo que usted merece algo mejor. El profe Gojo es un ser insufrible —interviene Maki, cruzándose de brazos. 
—Salmón. 
—Su profe Gojo es un ser muy complejo. Estoy de acuerdo con Maki en que seríamos incompatibles. 
—¿Entonces sí lo ha pensado? —le salen estrellitas de los ojos a Panda. 
—Yo no dije que serían incompatibles. Sino que usted merece a alguien mejor. 
—Algas —Inumaki apunta a un hombre rubio vestido de traje color crema que cruza el patio principal. 
Al principio no lo reconozco. Habían pasado muchos años. Es Nanami, quien luce completamente distinto. Luce... adulto. Seguro se dirige con el director Yaga. 
—Hace años que no lo veo —comento a los chicos, siguiendo con la mirada su trayecto hasta que desaparece dentro del edificio. 
—Es Nanami —señala Panda.
—¿Lo conoce? —pregunta Maki. Asiento. Sin embargo, hacía años que no nos hablábamos. Poco después de mi salida de la preparatoria, dejó de contestar mis textos y mis mails sin darme razón. 
Cuando Utahime le cuestionaba sobre ello, él simplemente respondía: "ya no es nuestra compañera, ¿para qué habría de contactarla?" Aquello me había dejado en claro que no deseaba verme más. Fue una gran decepción para mí, debo admitlo; creí que éramos amigos. 
Cuál sería mi sorpresa cuando me llaman más tarde a comparecer a la oficina del director. 
—Bienvenida, Itoyama. Debes recordar a Kento Nanami. 
Nanami se gira hacia mí, recto como un soldado y hace una reverencia. 
—Me da gusto verte, ¿cómo has estado?
—Sigues sin contestar mis mails. 
—La vida de adulto se puso complicada —se acomoda las gafas—. Aunque reconozco que no es una excusa. 
Niego con incredulidad. Entonces recuerdo que estamos frente al director, quien nos mira incómodo. Así que corto el tema para otro momento. 
—Director, ¿me necesitaba?
—Tus vacaciones terminaron, es hora de volver a trabajar. 
Trago saliva audiblemente, asintiendo.
—Sé que has perdido práctica, por eso acompañarás a Nanami. Ahora es un hechicero de primer grado. 
Nanami lucía más imponente. Aquel flequillo que le ocultaba el ojo ahora estaba peinado de forma cool hacia atrás. Luce muy formal, como si se hubiese olvidado de las bandas emo que escuchaba en 2006 y de los pantalones rasgados que usaba en sus tiempos libres. 
Al salir de la oficina, tengo prácticamente que coserme la boca para evitar decirle todo lo que estaba pensando. Estaba enojada y triste por nuestra situación, pero estábamos a punto de salir a una misión y no era buena idea poner las cosas más tensas de lo que ya estaban.
—¡¿En qué momento se me consultó si mi alumna podía salir a una misión?!
Satoru hace su entrada en grande, alzando la voz para ser escuchado. Masamichi Yaga se pone los dedos en el puente de la nariz. 
—¿Ahora qué, Satoru?
—No está lista. Y según el programa que te entregué, le faltan, eh... —revisa su celular— dos días. 
—¿Es en serio? —Nanami y yo nos encogemos de hombros. Yaga sale de su escritorio y nos toma de los hombros, empujándonos a la salida. 
—Lo siento, Satoru, pero los espíritus malditos no saben de tu calendario. La población nos necesita. 
—Y yo necesito que me consultes antes de tomar decisiones sobre Itoyama —Satoru me toma del brazo y coloca mi cuello debajo de su axila, apretándome contra su costilla.
—Claro que no lo necesito. Soy el director. 
—Tú nunca has sido del tipo dictatorial. ¿O acaso ya se te está pegando la actitud de los peces gordos?
—Satoru —intervengo, soltándome de su abrazo—, ¿y en qué momento me consultaste a mi si me sentía lista para ir?
—No tienes que hacerte la fuerte, yo te cubro —coloca su mano sobre mi cabeza, revolviéndome el cabello como si fuese un perro. Algo en ese gesto me hacía enfurecer. 
—Pues yo voy a ir y espero que no intentes detenerme —lo quito de un manotazo. Apresurándome hacia la salida para autos. 
-*-*-*-
—Debo decir que generalmente Satoru es un ridículo, pero hoy se superó a sí mismo. 
—Me va a dar tortícolis —me sobo el cuello, mortificada. 
Nanami siempre había sido un hombre de pocas palabras, pero me sorprendía que con todo lo que había que ponernos al día y todas las dudas que tenía sobre por qué simplemente dejó de hablarme, guardandp silencio el resto del camino. 
Al llegar al lugar de la misión, nos encontramos con un edificio bastante alto, un hotel clausurado. Al parecer todo comenzó en un piso —ahora deshabilitado— donde empezaron a acontecer cosas muy extrañas. Poco a poco el establecimiento se ganó la peor fama hasta que tuvo que cerrar y ser vendido. Pero el dueño sabía que no habría compradores hasta que exorsizáramos el lugar.
—No respondes mis mails y tampoco me hablas. 
Me cruzo de brazos mientras subimos por el elevador. 
—Honestamente no sé qué decir. 
—¿Por qué dejaste de hablarme? Podrías empezar por eso. 
Nanami se afloja la corbata y carraspea para aclararse la garganta. 
—No estoy seguro de poder explicarme adecuadamente ahora. Sobre todo cuando hay maldiciones cerca, ¿las sientes? 
—Sí, pero son débiles. No creo que ésto haya aterrorizado a todo el hotel. 
Nanami desenvaina su arma. Una especie de cuchillo carnicero envuelto en una venda blanca con manchas. 
—¿Y tu lazo? —pregunta. 
—Ya no lo necesito. 
Las puertas se abren en el último piso. Lo mejor era empezar en el corazón del problema. 
En seguida nos ataca un enjambre de moscas gigantes con ojos humanos y brazos y pies en vez de patas. 
Es fácil aplastarlas con energía maldita. En realidad su fuerza está en el número, pues son demasiadas. 
—¡Debemos encontrar el nido! —exclama Nanami,  tratando de hacerse escuchar en medio del zumbido.
—¡Yo las distraigo, tú ve por él!
Bajo mi escudo para atraerlas con mi aroma y corro en dirección a las escaleras de emergencia. Me siguen con gran velocidad y fuerza, y aunque intento bajar saltando y deslizándome por el barandal, me atacan juntas, haciéndome perder el equilibrio. Caigo en medio del caracol de las escaleras, gritando, pero enseguida me atrapan en grupo y empiezan a succionarme con sus trompas. 
Con cada lenguetazo (sí se le puede llamar así) un flashazo de malos recuerdos se enciende en mi mente. No puedo estar así por mucho tiempo, sólo puedo esperar que Nanami se haya librado del mosquerío para poder rastrear el nido, así que procedo a atacar.
Vuelvo a encender el escudo maldito a mi alrededor, calcinando a aquellas succionando mi piel. Me sueltan, dejándome caer de nuevo al precipicio, y aprovecho la oportunidad para sujetarme de un barandal y volver a las escaleras. 
Entro al hotel en un piso desconocido, y me giro sobre el piso alfombrado para aplastar a las moscas que ya me pisan los talones. 
Entonces, un escalofrío me recorre. 
—Mmmm, veo que me trajeron la cena. 
El espíritu maldito se congratula a mis espaldas, con voz grave y borboteante. Es una criatura de dos metros, como una larva gigante y gorda, con brazos y pies pequeñitos que no le sirven para caminar, pues se arrastra como una babosa. Es asqueroso. 
—Servicio a domicilio —le respondo en burla. Entonces el enjambre me vuelve a rodear en un remolino, con más fuerza que antes. Giran con tanta velocidad que el oxígeno empieza a faltar. 
—Receta de la casa, ¿te gusta? —escucho al maldito barbotear detrás del zumbido—. El primer ingrediente que necesitaremos es un hechicero muerto. Lo mataremos aquí para que esté bien fresco —ríe con malicia. 
A pesar de que me empieza a faltar el aire, me concentro para acumular mi energía maldita. Salir de aquí me va a costar, pero tenía que intentarlo, seguramente Nanami seguía buscando en el lugar equivocado. 
Entonces lanzo una onda expansiva que rompe el remolino y me libra de la burbuja de dióxido. Me tomo un momento para recobrar el aire antes de ir por la "mosca reina". 
—Si el primer método falla, habrá que hacerlo con las propias manos —amenaza. Casi me quiero reír porque era obvio que sus manitas eran inútiles. En cambio saca su lengua y la estira hacia mí para golpearme. La desvío de una patada, pero de verdad tiene mucha fuerza. Es pesada y viscosa, parecida a la de una rana. Qué mierda. 
Me lanza una ráfaga de latigazos húmedos, mientras yo los esquivo con back flips. ¿En qué momento los había dominado?
—Escurridiza.
—No te atrevas a tocarme con tu asquerosa lengua. 
Me empieza a perseguir con su lengua por toda la habitación, dejando su rastro de baba. Es cuando caigo en un charco que me doy cuenta de que no sólo es baba, es como brea que me pega al piso. 
No me puedo despegar, y la maldición se está preparando para dar el golpe final. 
En eso, la puerta de las escaleras de emergencia se abre de golpe, la luz dibujando la silueta de Nanami de forma heróica. 
—¡Cuidado con la baba, es una trampa!
Entonces Nanami salta sobre los muebles a través de la habitación, mientras el espíritu me envuelve con su lengua y me engulle de la cintura a la cabeza. Me retuerzo en su boca pero la fuerza de su lengua es superior. 
Y bueno, ahora que su arma más poderosa estaba ocupada, Nanami logra herirlo con su arma. Éste reacciona dándome un apretón que me comprime los huesos y me deja sin aire. 
Nanami allá afuera hace malabares para volverle a pegar, pero con el piso pegajoso seguro era más complicado, mientras yo estaba aquí dentro de la bestia, fumando su hedor, bañada de baba, con el trasero al aire. ¿La situación podía se menos humillante? Es por eso que decido concentrarme para conjurar mi ritual. 
Todo el punto de practicar la pelea cuerpo a cuerpo había sido para no depender de las lecturas. Pero éste era un espíritu de primer grado, no lo iba a derrotar con fuerza bruta. 
Al hacer la lectura la información se descarga en mi cerebro, golpeando también en mi estómago y mi pecho. Éste monstruo estaba impregnado de vergüenza y hastío, como yo en ese momento. Así que empiezo a trabajar en ello, enviando de vuelta energía maldita emanada de esas emociones para debilitarlo. 
Nanami nota que hay algo ocurriendo con nuestro enemigo. Empieza a agitar sus bracitos inútilmente, moviendo la cabeza de lado a lado, presa de un sentimiento de humillación que empieza a avasallarlo. 
La baba en el suelo empieza a disolverse y antes de poner un pie, Nanami comprueba que en efecto el espeso líquido empieza a adelgazarse, pareciéndose más a la saliva humana. 
Aprovecha éste momento de debilidad para cargar un golpe y dirigirlo a su estómago, activando su reflejo de regurgitación, arrojándome sobre el piso mojado. 
Estoy cubierta de baba, pegajosa y maloliente, mientras Nanami acaba con él con un corte limpio en la cabeza. Más baba llueve en la habitación, ésta vez alcanzando a Nanami, quién hasta ese momento había evitado mancharse de forma exitosa. 
Se nota que no le hace nada de gracia, sobre todo porque era muy meticuloso en el cuidado de su ropa. Era evidente que eso no se quitaría echándola a la lavadora; tendría que comprarse otro traje. 
—Creo que necesitaremos una ducha —comento, asqueada. 
-*-*-*-
Satoru estalla a carcajadas de forma histérica, apuntándonos con su dedo, con la otra mano en el vientre. Toge trata de disimular una risita; es lo más animado que lo he visto nunca. 
—No es gracioso —me quejo. 
—Creo que ahora tengo que exorcizarlos a ustedes —se burla.
—Salmón —añade Toge, rematando el chiste de forma ingeniosa. ¿Así que había un pequeño payaso escondido en él después de todo? Satoru choca las palmas con él. 
—¿Qué estás haciendo aquí, Satoru? —pregunta Nanami, apretando los dientes. El susodicho se limpia una lágrima antes de responder. 
—Estaba en el centro cuando Inumaki nos pidió que lo recogiéramos. Así que decidí pasar a supervisar que estuvieran bien... Pff, y sí estaban… pero bien llenos de baba —se vuelve a carcajear. 
Pongo los ojos en blanco, me siento de todo menos graciosa en éste momento. 
En eso, mi celular empieza a sonar. Con dificultad lo saco del bolsillo de mi pantalón y lo pego a mi mejilla húmeda. 
—¿Hola? —pregunto de mal humor, sin haber visto quién llamaba. 
—¡Mami! ¡Soy yo, Nanako!
Mi rostro se ilumina de inmediato, reconfortándome con la voz animada de mi pequeña. 
—Mi amor, ¿cómo estás? ¿Ya estás con los abuelos? 
—Sí, ¿y adivina qué? ¡Estamos en Tokio!
—¡¿Qué?!
¿Por qué no me avisaron? ¿Qué tal si me los encontraba en éste estado? ¿Qué tal si los abuelos querían visitar la "universidad" donde acordamos que Mafuyu les diría que estaba haciendo una especialidad? Mil escenarios atraviesan mi cabeza, como un largo tren de carga. 
—Nos subimos al tren bala. Fue divertido porque el abuelo me enseñó a jugar cartas y jugamos todos. Y aunque perdí la primera vez, papi perdió después. Yo creo que un día voy a ganarle al abuelo. 
—Yo sé que sí, mi amor. Tenemos que practicar para que lo puedas lograr. ¿Me enseñarías? 
—¡Sí! Pero necesito ayuda de papi para que me recuerde las reglas. Son muchas y se me olvidan a veces. 
Su risa, aunque fuese a través del teléfono, me abraza con calidez. Es una sensación tan agradable que casi se me olvida que estoy llena de baba y que no sabría cómo explicar mi estado actual en caso de toparme con ellos. Pero después de todo, Tokio era una ciudad muy grande. 
Ella continúa hablándome de los rascacielos y de cómo su papá le había comprado un desayuno de huevo en forma de osito y cómo había decidido ponerle salsa de tomate en la cabeza porque era un cadáver. 
Aquello último me parece algo tétrico para una niña de su edad, pero lo dejo pasar tratando de disimular mi preocupación. Yo sabía que Nanako empezaba a adoptar el mundo de los espíritus a través de sus ojos, y yo lo estaba enfrentando con la única estrategia que tenía: enseñarle a no tenerles miedo, pero a cuidarse de ellos. Supongo que no había usado la mejor metáfora cuando empecé a comparar a los espíritus con los animales salvajes del zoológico, como el tigre, que seguro era fascinante pero peligroso. ¿Pero de qué otra forma podía darme a entender? Nanako era demasiado pequeña para entender esas cosas y por alguna razón su don despertó antes. Recuerdo que la primera vez entré en pánico. Me señalaba lo que veía y me cuestionaba sobre ellos, incluso los dibujaba. Desde el primer día, Nanako no mostró señales de temor. Pero convencerla de guardar su don en secreto, era algo totalmente distinto por miedo a confundirla sobre otro tipo de situaciones de peligro, especialmente por la naturaleza honesta y abierta de los niños de su edad. 
—Mami, papi quiere hablar contigo, ¡adiós! —se despide de repente. 
—Te llamo más tarde —alcanzo a exclamar, cuando Mafuyu toma el teléfono. 
—Akari, disculpa por interrumpirlas, pero mis padres me insisten en que te pregunte; quieren visitarte. 
—Lo sospechaba. ¿Para qué otra cosa vendrían a Tokio sin avisarme?
—Yo... Ya sabía. Pero no quise molestarte. Creí que podía disuadirlos lo suficiente para evitarlo.
—Mafuyu... —suspiro, moviendo la cabeza. Había cosas de él a las que nunca pude hacerle frente, como la ingenua creencia de que sus padres no planeaban sabotearme. Pero ya había terminado con él, ya había dejado a su hijo en paz, ¿para qué seguir detrás de mí? 
—Diles que no vengan, que yo iré a donde ustedes. De hecho me encuentro cerca del centro. Sólo... —miro mis ropas pegajosas— necesito hacer algo antes. 
—De acuerdo. Por cierto...
—¿Mmm?
—Nita viene con nosotros. 
Inesperadamente, siento un pinchazo en el corazón.
Sí, hace mucho que había dejado a Mafuyu. Y de la misma forma, había aceptado que desde hace un año había empezado a salir con alguien. Cuando me dijo su nombre, cuando le llamaba por teléfono, cuando se vestía de forma elegante para salir con ella, todo lo había aceptado. Después de todo, quién lo dejó fui yo. Pero en cada uno de esos momentos, mi corazón recibía un golpe, como ahora. No había expresión más formal en una relación adulta que la de pasear con la familia, lo cual dejaba ver sus intenciones de llevar al siguiente nivel su relación, mientras yo seguía quedándome atrás. 
—Si, no hay problema. Gracias por comentarlo —balbuceo. Preguntándome si los señores Hirose trataban a Nita como me habían tratado a mi. De hecho, estaba casi segura de que querían verme para demostrarme que su hijo podía estar con alguien más apropiada. 
Termino la llamada. Acordamos compartirnos nuestra ubicación para vernos en dos horas. 
Al colgar, Satoru asoma su cabeza sobre mi hombro, espiando mi teléfono. 
—¿Está todo bien? —pregunta, sacándome un sobresalto que me hace arrojar el teléfono, aunque no se cae realmente, se queda pegado a mi mano sin sostenerlo. 
—Me asustaste —reclamo, guardándolo en el bolsillo. 
—Vi cómo tu rostro se iluminaba y apagaba de forma intermitente durante la llamada, como letrero neón. 
Saturo hace movimientos extraños tratando de imitarlo, lo cuál me saca una sonrisa. Era un ridículo, pero había logrado relajarme un poco. 
—Nanako está en Tokio ahora mismo. Sus abuelos quieren verme y Mafuyu trajo a... Su novia, mientras yo me veo así. 
Satoru pone su mano en la barbilla y me observa. 
—Vaya día de mierda —concluye. Asiento, dándole toda la razón. 
—¿Ya nos vamos o qué? No planeo hacer horas extras —vocifera Nanami, revisando su reloj. 
Satoru y yo cruzamos miradas (o algo así, por los vendajes) y de alguna manera logra leer la desesperación en mis ojos. 
—Ustedes adelántense. Debo ocuparme de otro asunto antes de regresar a la Preparatoria. 
—¿Y te vas a llevar a Akari así?
—No te preocupes. Me haré cargo. 
Nanami y Toge suben al auto, dejándonos a Satoru y a mí a las afueras del hotel. Él empieza a textear enseguida. Me siento extraña, pero me siento tranquila de saber que alguien está de mi lado. 
Tímidamente tomo su manga a la altura del codo para llamar su atención y hago una reverencia. Satoru me mira desconcertado. 
—Muchas gracias por ayudarme. Prometo que te devolveré el favor. 
Lo escucho esbozar una sonrisa. 
—Agradéceme cuando el plan haya sido un éxito, aunque pocas veces fallo. Primero tengo que hacer unas llamadas.
-*-*-*-
Nota de la autora: Nos leemos el viernes 10 de enero. :) -*-*-*-
Lista de capítulos:
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suqueenaryomen · 6 months ago
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JJK-Manga aún no ha terminado! Posible esperanza para un regreso de JJK y qué pasó con Sukuna?
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No estoy seguro, pero parece que no se mostró ni se explicó claramente lo que realmente sucedió, ya que la escena volvió a Uraume y Hakari. No está claro si Sukuna realmente murió o solo fue derrotado (no debemos subestimarlo, como él mismo dijo).
Me pregunto qué pasará o qué surgirá en los 3 capítulos que quedan. Es sospechoso o sorprendente que Yuji le dijera a Sukuna: “Empecemos de nuevo”, como si Sukuna todavía estuviera vivo o estuviera obteniendo una segunda oportunidad. (No parece que haya desaparecido por completo.) Además, cómo Sukuna ahora recuerda las palabras de Yuji, ofreciéndole regresar y quedarse en su cuerpo. Parece que Yuji es el único que lo acepta, ya que no encontrará otra opción o cuerpo para seguir viviendo, excepto por Yuji, quien es la única manera para que él viva. Y no es Sukuna el personaje favorito de Gege? Porque la historia gira en torno a él y Yuji. 🤷‍♀️ Lo que sea.
Algunos todavía tienen la esperanza de que Gojo regrese. Pero entonces, esa extraña carta de despedida de Gojo no significó nada o fue solo otra broma mala (dos veces)? Eso tampoco tiene sentido para mí. El autor ha hablado mal de Gojo a lo largo de los años, lo ha criticado y ha dejado claro que no es fan de Gojo! Además, dijo que para el final de JJK o todos morirán y solo uno sobrevivirá, o todos sobrevivirán y solo uno morirá, por ejemplo, Gojo? (Alguien entiende a Gege Akutami? 😅) Jajaa! Pero bueno, tengo que decir que se ha mantenido bastante fiel a sus palabras y planes hasta ahora. Gege es un hombre honesto! Se ha mantenido lo más fiel posible a sus fans y a la historia.
Pero quién sabe, quizás Gojo regrese? Pero entonces como Yuta 😅😬 o Gojo se convertirá en un ser maldito como Sukuna, o como un alma normal y vivirá en Yuta, y ambos serán felices, y todos estarán juntos. Fin de la historia! Y así nadie realmente murió, y después de un largo descanso de Gege Akutami, podría sentir ganas de regresar después de algunos años, y luego Jujutsu Kaisen 2, Jujutsu Kaisen Super, Jujutsu Kaisen Shippuden, o como quiera que se llame, continúa. xD Como algunos otros animes que regresaron después de muchos años. Quiero decir, ningún autor de manga en su sano juicio termina las cosas tan rápido, como si se le estuviera acabando el tiempo o incluso la vida, y luego simplemente desaparece después. Y eso es todo para siempre?
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dororiito · 1 month ago
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ꕀ ㅤfondos de pantalla anime: JUJUTSU KAISEN 🤞🏻ㅤ᠀
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pheleszev · 1 year ago
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mrs-geto · 3 months ago
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Volando | SG.
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|Sinopsis: Satoru, que puede ver todo, no vio venir su debilidad.
|TW: Puro y simple romance <3
Basado en esta canción de Mora, Sech y Bad Bunny.
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Desde el primer día que Satoru te vio en la entrada de la escuela de hechiceria cuando era joven, desde ese momento supo que serias su debilidad. El podía ver todo, pero no se vio un día enamorándose de alguien como tú.
Al inicio, creyó que solo era un capricho, que era solo que eras demasiado bonita, que, con el tiempo se olvidaría de esos sentimientos. Pero también eras fuerte, y mucho, tanto como para alcanzar a los categoría 1.
El no sabía el motivo, pero cada que estabas cerca se ponía nervioso, y comenzaba a sudar. “Es casi como si esa mocosa me hubiera embrujado, Suguru…” Era lo que siempre le decía a su mejor amigo.
El trato de olvidarse de todos esos sentimientos nuevos trabajando, estudiando, tratando de no tenerte todo el día en la cabeza, pero el no sabía si era una maldicion o coincidencia, que en cada oportunidad que disociaba, tú cara linda pasaba por su mente, haciéndolo sentir mareado y con nervios.
Poco a poco se vio llegando temprano a la escuela solo para verte, para estar mas cerca de ti, para inhalar tu perfume dulce cada que estaba cerca de ti.
Satoru supo que no era solo un crush de adolescentes cuando te vio de nuevo en un puesto ambulante en una de las calles de Tokio. Por un segundo el aire se le quedó en la garganta y comenzó a sentirse nervioso a pesar de haber pasado casi 7 años de no verte.
Cuando era adolescente, no podía pensar en otra que no fuera su linda mejor amiga, ella era la única que llamaba su atención, su cabello castaño cayendo encima de sus pequeños hombros y su sonrisa brillante cada que lo miraba. A sus 17 estaba bien imaginarla, enamorarse como cualquier chico, pero ¿a los 25? Eso ya no era solo un crush.
Luego de volver a hablarte, a seguir viéndote de nuevo, al seguir pasando tiempo contigo, se dio cuenta que estaba irremediablemente enamorado.
La forma en la que tus ojos se achicaban cada que sonreías, Como ladeabas tu cabeza hacia un lado cada que estabas confundida, como tu voz subía de tono cuando hablabas de algo que te gustaba. Los pequeños gestos de disgusto que hacías cada que algo no te gustaba. Era algo que jamás había prestado atención en alguien.
Poco a poco se dio cuenta que estaba loco. Era la única forma en la que el se consideraba. No podía concentrarse en nada cada que tu estabas cerca, no podía formar oraciones coherentes cada que hablaban porque tu perfume le llenaba las fosas nasales, mareandolo.
No trato de arreglar todo como cuando era un adolescente, esta vez no correría de lo que sentía, así que se dejó llevar por todo, por los sentimientos, por las sensaciones, por los pequeños momentos.
A pesar de que el le negaba a su mejor amigo estar enamorado, era una completa mentira.
El vivia de lo que tu dijeras, de lo que tu quisieras, el vivía solo y para ti. El estaba dispuesto a darte hasta el más mínimo deseo, lo que pidieras, aun así fuera ridículo.
“Es Imposible que no estés enamorado, cada que te llama vas corriendo, cada que ella necesita algo, eres el primero en correr a dárselo. Seguro que solo es una mejor amiga? Vives distraído pensando en ella.” Suguru se masajeó los hombros riendo.
Satoru solo suspiró. Sabía que se había vuelto loco, todo lo que hacía lo hacía por ti y para ti, porque sabía que verte sonreír era el mejor pago por todos los favores. Sabía que en cualquier momento y a cualquier hora que tu lo llamaras, iba a estar ahí. Lo tenias comiendo de la palma de tu mano y el no podía estar mas de acuerdo.
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redtsundere-writes · 10 months ago
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Este fue un fanfic a petición.
Anónimo: ¿Puedes escribir un fanfic de Sukuna x Uraume en donde van a México por qué… por qué no? Sukuna es torturado por toda la comida picante mientras que ame el pulque y otras comidas mexicanas que no son picantes? Si puedes agregar a Sukuna y Uraume regresando a Japón después de aprender una gran cantidad de groserías mexicanas como “te voy a tumbar los ojos, pendejos”, “cagaste cabrón”, “te voy a chingar a tu putísima madre wey” o algo de ese calibre, sería genial... ¡Gracias!
Masiosare | Sukuna x Uraume (Español)
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sukuna ryomen!mexicano x uraume
¡VERSIÓN EN ESPAÑOL! ! (Click here for the English Version!)
Sipnosis: Sukuna descubre que es mexicano y quiere visitar México con Uraume. Contenidos: MUCHAS REFERENCIAS MEXICANAS (las explico en caso de que no seas del club, no te preocupes mi amor) Fluff. Es un fanfic en crack pero a la vez no. Universo alternativo en donde sukuna es mexicano lol Palabras: 1511 words. Nota de Autor: Me reí mucho leyendo eso, lo puedo hacer porque soy mexicana. Gracias anónimo por el pedido! Redescubrí canciones que suelo bailar en bodas o quinceañeras. No podía dejar de bailar lol. Esperen... me estoy convirtiendo en una señora? Bueno
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Uraume es un sirviente fiel. Elle acompaña al rey supremo a donde él quiera ir. Así que cuando Sukuna le pidió que lo acompañara a un viaje de autodescubrimiento, pensaba que irían a un templo sagrado o a un lugar paradisiaco en Japón. Lo que nunca se esperó es que quisiera ir a México. Uraume sabía que a él le gustaba explorar nuevas tierras para conquistarlas, pero viajar hasta otro continente le parecía algo excesivo, más no lo cuestionó. 
Después de un largo viaje para descubrir su origen, Sukuna descubrió que él había nacido en México, pero no vivió mucho tiempo ahí. Por lo que en cuanto se reencontró con Uraume, le pidió que lo acompañara para hacer un viaje para reconectar con sus raíces como buen whitexican. Así es como el rey y su fiel sirviente emprendieron su viaje a nuevas tierras. 
Después de dos días de viaje, Sukuna y Uraume llegaron a Cotija de la Paz, Michoacán. Un alegre pueblo mágico con caminos de piedra, árboles frondosos y gente laborando por todos lados.  La característica arquitectura española, las paredes naranjas y los hermosos mosaicos de colores captaron la atención de los recién llegados. Lo primero que hicieron al llegar fue comprar ropa nueva para camuflarse mejor entre los pueblerinos. Sukuna se compró una guayabera blanca con unos shorts negros y sandalias, mientras que Uraume opto por usar un vestido de verano rosa mexicano. 
Una vez que se asentaron en el lugar, nuestros protagonistas decidieron vagar sin rumbo en busca de algo interesante que hacer mientras tomaban aguas frescas. Recorrían el parque central, observaban las ardillas correr por el césped y la gente preparando los juegos mecánicos para la feria de verano. Se sentaron en una banca oxidada para observar fascinados la gigantesca iglesia que se podía ver desde cualquier parte del pueblo, varios locales salían para comer después de la misa. 
—Tengo hambre—. Sukuna se quejó en cuanto se aburrió de admirar la vista. 
Ambos vagaron por el pueblo hasta encontrarse con una larga fila para entrar a un restaurante. Eso solo podía significar que debían servir comida deliciosa. En el letrero de plástico que colgaba del techo se podía ver a un puerco con un gorro de chef dentro de una cacerola hirviendo. Era un restaurante de carnitas estilo Michoacán. Las carnitas estilo Michoacán son carne de cerdo frita en su propia manteca, pero el secreto está en que la manteca está saborizada. 
—Comeremos aquí—. Sukuna decidió por ambos antes de adentrarse al lugar. Uraume solo lo siguió de cerca. 
Como era de esperarse de un rey, Sukuna corto la fila haciendo que todos los que estaban esperando comenzaron a gritar maldiciones como “¡A la fila, cabrón!” O “¡Quítate, pendejo!”. Sin prestarle atención a la chusma, se sentaron ante una mesa de plástico blanca de Coca-Cola que tenía en el medio un surtido de condimentos. Sukuna chasqueo los dedos un par de veces para que alguien viniera a atenderlos de forma inmediata. 
—Disculpe, pero debe respetar la fila—. Le pidió la mesera muy enojada. A lo que Sukuna solo contestó dejando una bolsa repleta de monedas de oro en la mesa, dejando a la mesera completamente desconcertada pero feliz. 
—Le traeré una orden de carnitas de inmediato—. La mesera cambió de actitud con una gran sonrisa mientras corría a la cocina. 
Sukuna y Uraume quedaron impresionados al ver la olla repleta de carnitas, una torre de tortillas de maíz y dos tarritos de pulque. Uraume podía ver la grasa brotando de la comida y se le hacía agua a la boca. Sukuna no dudo en hacerse un taco y echarle de la salsa más rojiza del surtido. Uraume le advirtió que la probara primero porque había escuchado que a los mexicanos les encanta el picante, pero él le hizo caso omiso pensando que sus papilas gustativas estarían bien. Grave error. El rey se enchiló al primer bocado. Sus ojos comenzaron a lloriquear y su nariz a moquear, pero no se rajó. Sukuna se tragó la deliciosa carne grasosa bañada en salsa roja. Le dio un trago al pulque como un hombre sediento en medio del desierto. Uraume solo se comía sus tacos con un poco de salsa verde con la mente tranquila de haberle avisado. 
La noche cayó más rápido de lo que pensaban, pero los juegos mecánicos de la plaza cobraron vida. El centro del pueblo se llenó de familias caminando entre los juegos, las luces de colores iluminaban las calles, los vendedores de los puestos gritaban las promociones a todo el pulmón y la música de Los Ángeles Azules retumbaba por las bocinas. Sukuna y Uraume se habían subido al juego mecánico que parecía atraer a la mayor cantidad de gente. La famosa tagadá, un plato giratorio en el que los que entran tienen que agarrarse fuertemente sin soltarse​, ya que los movimientos bruscos que hace el tagadá provocan que las personas salten o reboten. El juego comenzó a girar en cuanto de las bocinas comenzaron a reproducir Arremangala Arrempujala de Los Karkik’s, canción que Sukuna repudio por completo en el primer segundo. 
—¡Ay wey!—. Gritó un hombre al lado de Sukuna que se resbalaba poco a poco por los movimientos bruscos. 
—No entiendo por qué a la gente le gusta esto—. Sukuna le comentó a Uraume aburrido mientras giraban descontroladamente. 
—¡Ya llegó La Monja!—. Anunció el chico que controlaba el juego. 
Para sorpresa de los dos extranjeros, un hombre disfrazado de momia poseída se metió al juego y empezó a bailar al ritmo de la música, equilibrándose perfectamente, mientras que el juego seguía meneándose vigorosamente. Sukuna y Uraume miraban perplejos a la momia sacar los pasos prohibidos en medio de la tagadá mientras la gente le aplaudía al ritmo de la canción.
—Creo que por eso les gusta—. Uraume comentó sin quitarle la vista de encima. 
—¡Es hora del amor!—. El chico de los controles dio el aviso emocionado por el micrófono. 
De la nada, la zona en donde estaba Uraume comenzó a sacudirse violentamente. Elle se agarró con fuerza de las barras metálicas detrás de elle como si su vida dependiera de ello. Su cuerpo se movía violentamente hacia Sukuna por la gravedad. Poco a poco el chico en los controles logró que Uraume cayera sentada sobre el regazo de Sukuna. Ambos se sonrojaron al ver la situación en la que los habían metido. A pesar de que había logrado su cometido, Uraume seguía brincando sobre su rey. Elle intentó jalarse de regreso a su lugar, pero era prácticamente imposible. 
—¡Lo siento, mi rey!—. Uraume exclamó entre tartamudeos con las mejillas rosadas. 
—¡Vivan los novios!—. Exclamó el chico por el micrófono, seguido de una ola de aplausos. 
Finalmente, bajaron del juego, pero el sonrojo aún no se les había bajado. Estaban avergonzados de que simples humanos pudieran ponerlos en esa incómoda situación. Sukuna comenzaba a molestarse por no poder sacarse de la cabeza lo adorable que se veía Uraume en su regazo.  “Puta madre…” Pensó molesto.
—¿Qué se te antoja comer?—. Le preguntó Sukuna en un intento por superar la incomodidad. 
—He visto mucha gente comprar de ese carrito, quiero saber que es—. Uraume apunto a un carrito blanco con un elote pintado a mano. 
Era un carrito de elotes preparados. Una señora los saludo muy animada en cuanto se acercaron a la olla gigante de elotes hervidos. Ambos pidieron un elote completo. Vieron como la señora preparaba sus pedidos rápidamente. Primero una capa de mantequilla, luego una capa de mayonesa, sal y un chingo de queso cotija rallado. Ellos no lo sabían, pero estaban a punto de degustar una de las mejores creaciones culinarias de México. 
—¿Con chile, chile del que no pica o sin chile, corazón?—. Le preguntó la señora con una sonrisa amistosa. 
—Del chile que no pica—. Contestó Sukuna, halagado por el dulce apodo. 
Sukuna y Uraume continuaron deambulando por la feria mientras se entretenían viendo a la gente festejar en su hábitat natural. A pesar de que era pasada de la medianoche, la noche seguía siendo joven. Mientras caminaban por los juegos de azar y habilidad, un borracho se topó contra Uraume, provocando que se le cayera su elote por el golpe. Uraume se entristeció al ver el destino de su delicioso elote.  
—¡Ey, cabrón!—. Sukuna le gritó al hombre con las groserías que había aprendido el día de hoy, sin importarle que su acento japonés resaltaba. Le dio su elote a Uraume para tomar al extraño por los hombros bruscamente. —¡Mira por donde caminas, pendejo!—. Sukuna exclamó molesto antes de arrojarlo adentro de un bote de basura. Uraume pensó que alguien iría a defender al hombre borracho, pero para su sorpresa, nadie a su alrededor se inmutó por la pequeña pelea. 
—Su vaso elote, señor—. Uraume le dijo una vez que Sukuna regresó con elle mientras se limpiaba las manos.
—Quédatelo—. Le dijo Sukuna. Uraume se sonrojó por la amable acción de su rey. —Le pedí a la señora del chile que no pica y aun así me enchile—. Se quejó a regañadientes. Uraume no pudo evitar reírse. 
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Masterlist.
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